lunes, 18 de enero de 2016

¿Cuándo usar frío o calor en lesiones?

A menudo nos preguntamos cuál es el tratamiento más acertado en cada caso, ya que es muy habitual que cada persona nos diga una cosa diferente. Ahí lo que tienes que hacer es ponerte hielo, pero que dices, ¡el calor le va mejor!... Al final lo único que logramos es no saber si lo que estamos haciendo lo estamos haciendo bien. Por ello espero que con las siguientes pautas quedemos libres de toda duda.

Como norma general seguiremos las siguientes pautas:
  1. Las primeras 48 horas tras una lesión (un golpe, un esguince...) nos aplicaremos frío (bolsa de hielo o similar). La razón por la que al principio se aplica frío es para evitar la aparición de la temida inflamación en la medida de lo posible, ya que puede llegar a ser muy aparatosa y además resulta muy molesta y dolorosa. Al poner frío, el sistema circulatorio reduce el diámetro de sus conductos (venas y arterias), por lo que el material responsable de la inflamación no llegará tan fácilmente a su destino.
  2. Pasadas 48-72 horas tras la lesión pasaremos a aplicar calor (bolsa de agua caliente, bolsa de semillas... o similar). Cambiaremos al calor para volver a dilatar arterias y venas y facilitar la llegada de sangre (con su oxígeno, plaquetas, nutrientes...) y de esta forma acelerar el proceso de curación de la zona.
Hay que destacar que cualquier tipo de termoterapia, tanto con frío como con calor, produce un efecto analgésico.
A esta norma, como no, hay que aplicar unas excepciones:
  1. En caso de que sea una lesión recurrente (ya la hemos tenido antes y cada cierto tiempo nos da la lata) y que no suele cursar con inflamación (ya nos lo sabemos), aplicaremos desde el primer momento calor.
  2. Si a pesar de haber pasado 2 o 3 días la lesión muestra calor (está caliente), tumor (está hinchada) y rubor (está roja) habrá que continuar con el frío, para evitar que siga inflamándose en la medida de lo posible. Además deberemos acudir al médico, ya que es posible que haya una infección, y ¡más vale prevenir que curar!
  3. Si la zona ha dejado de ponerse roja y la inflamación es más o menos constante (ya no empeora) pero no se reduce, suele venir muy bien realizar baños de contraste, es decir, combinar sumergir la zona en agua fría (un minuto) y caliente (3 minutos) alternativamente varias veces (hasta unos 15 minutos en total).
De todos modos, os recuerdo que ante la duda, lo mejor es preguntar, ya que los profesionales de la salud estamos para ayudar. Eso sí: preguntad a un profesional... ¡no al vecino!

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