Recordad que las dietas bajas en carbohidratos fomentan el consumo excesivo de carnes grasas y de productos lácteos y deja al margen los alimentos ricos en los nutrientes esenciales que el organismo necesita para presentar un estado de salud óptimo y prolongado, como la verdura, la fruta y los frutos secos.
Numerosos estudios clínicos muestran que la fibra que contienen los productos integrales, la fruta y la verdura, es fundamental para preservar la salud del sistema y, además, combate las enfermedades coronarias y el cáncer.
Las dietas cetogénicas incluyen una cantidad deficiente de fibra dietética y, por eso, dan lugar a trastornos alimentarios.
Es cierto que, al principio, estas dietas parecen funcionar: se pierde una gran cantidad de peso corporal durante las primeras semanas y se produce una disminución del apetito. Pero lo que realmente sucede es un cambio de la bioquímica corporal. Los alimentos ricos en proteínas que forman este tipo de regímenes contienen mucha grasa, por lo que acaban consumiéndose más calorías de las necesarias.
El déficit de carbohidratos hace que el peso que se pierde no sea sólo en concepto de grasa. Me explico: conforme las reservas de glucógeno merman, el organismo empieza a deshidratarse y, por lo tanto, también elimina líquido, en su mayoría intracelular. Asimismo, el sistema tiende a utilizar las proteínas para generar energía, privándoles de sus principales (y biológicamente correctas) funciones corporales.
Cuando esto ocurre, el organismo “quema” las proteínas, en lugar de los carbohidratos (porque no tiene), para obtener combustible, sacrificando el desarrollo muscular. En definitiva, lo que más perdéis es líquido y masa muscular, no grasa, que es justo lo que pretendéis.
Por otro lado el apetito disminuye por las cetonas presentes en el torrente sanguíneo, resultado de la incapacidad del organismo para metabolizar las grasas por la falta de carbohidratos. Esto, a su vez, reduce la energía, provocando mareos, pérdida de la libido, una mala congestión muscular y los demás síntomas mencionados.
Con todo lo que hemos visto, ¿seguís creyendo que las dietas cetogénicas son la mejor opción para los culturistas? ¡Desde luego que no!
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